jueves, diciembre 30, 2004

Empezamos duro

Queridos estudiosos del mundo del pollo, para qué vamos a andarnos con tonterías: lancémonos al cuadrilátero. Hoy vamos a estudiar el pollo premeditado. Es lo que ha ocurrido hoy en el satélite: Irma y Belén le han montado uno de la hostia a Sofía, acusándola de machista, comportamiento masculino y secreto deseo de ser un hombre. Claro está que a Sofía se le ha revuelto la bilis ante las acusaciones, lo que constituye sin duda el primer objetivo de un buen pollo: el contrario tiene que ponerse malísimo. De lo contrario, el pollo no relaja nada y nos habremos esforzado en vano.
A lo que vamos: para seguir montando un buen pollo, tenemos que lanzar cuchilladas traperas al otro; cuantas más sean y más injustas y descabelladas, mejor. Hay que ponerle fuera de sí, contra las cuerdas, sacarle de sus casillas, en resumen: bordear la apoplejía, pero sin matarlo, claro, porque entonces el pollo no puede continuar.
El tercer paso consiste en parar durante un rato las acusaciones y dedicarse a lanzar alusiones veladas, como quien no quiere la cosa; esto confunde al oponente pollero y le indigna aún más, puesto que ahora ya no sabe de dónde vienen los ataques y reacciona con furia y miedo. En un pollo clásico, es la calma que precede a la tempestad: a continuación hay que lanzar la andanada final. Justo antes de eso, ya habremos empezado a comprobar los beneficiosos efectos del pollo: nos sentiremos jubilosos, exultantes, sanos, satisfechos de nosotros mismos y muy poderosos, sobre todo al ver al contrario hecho trizas, de los nervios, temblequeante y con la ropa manchada de sudor frío, por la tensión.
Es el momento del remate. Lanzamos las últimas andanadas contra la víctima propiciatoria del pollo, hasta la humillación total. La cosa termina cuando el contrario se derrumba sobre la silla o el suelo, a ser posible desmayado, y nosotros nos quedamos un momento triunfantes, con un pie encima de una silla, la cara alta y el pelo al viento, y por último nos retiramos, con lentitud y dignidad, sin apartar la mirada de nuestra obra. El pollo ha sido un éxito.
Esta es la descripción del pollo clásico; la variante del pollo premeditado es idéntica, salvo que se realiza con total intención y alevosía, de forma planeada, en lugar de surgir del calor del momento. El pollo premeditado también puede plantearse como un ejercicio de avance en el desarrollo de la capacidad de montar pollos; en este marco se encuadra el protagonizado hoy por Irma y Belén con El Ama de los Pollos como supuesta víctima. Naturalmente, nuestra gurú ha sido perfectamente capaz de sobrellevarlo sin hundirse, recurriendo a sus artes en el driblaje del pollo (hablaremos sobre esto en un futuro capítulo, cuando tratemos de la posibilidad de que nos quieran montar un pollo a nosotros en lugar de ser los que lo organicemos). La cosa ha quedado en un ejercicio de calentamiento, con el uso por parte de nuestra Sofía Saldama del llamado "enroque pollero", que consiste en echar mano de algunos aliados para repartir las andanadas del pollo y responder a las acusaciones. Este papel lo hemos cumplido el Pedri y el Nido que habla en estos momentos. Pero el experimento se ha detenido por la llegada de la hora de salida de la oficina, si bien el pollo queda en animación suspendida para ser reanimado dentro de unos días. Hasta la próxima lección, queridos estudiantes.

1 Comments:

At 11:11 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me está gustando esto del Mundo pollo, Nidito, pero me he quedado con ganas de más... espero que este calentamiento se concrete más... y que el gran pollo vaya dirigido a ese ser llamado Gollum...

;-)

 

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